60. El regreso de Pablo Guero
Aquella especie de cápsula de rayos uva había desaparecido tras la luz cegadora. Y entonces desperté en medio de aquel campo de hierba alta sin segar. Instantes después, Melinda me divisaba tendido en el suelo, y corría hacia mí. Detrás de ella aparecía también Paula, con cara de asombro y arrojando a un lado el ramo de flores que portaba. No era el cielo, sino el mundo real: había vuelto a casa.
-Pablo, peinaron toda esta zona que rodea el lugar de la explosión y no te encontraron -dice Melinda fundida en un abrazo conmigo-. Es un milagro que sigas vivo, ¡cinco días después!.
-Te traíamos unas flores y ya no van a hacer falta, porque ¡estás vivo! ¡Jajajá! Dejadme que os abrace también.
Allí me encontraba yo, abrazado con mi mujer terrenal (¿le contaría algún día que era en realidad mi hermana?) y con la jovencita que había llenado su hueco durante tantos meses. Después de la alegría del encuentro, los reproches afloraron cuando empezaron a contarme lo acontecido tras mi muerte.
La noticia de mi desaparición había corrido como la pólvora por Internet. No todos los días muere un gurú como yo y de una forma tan traumática. Mi cuerpo se dió por desintegrado y se ofició un funeral a los cuatro días del suceso.
Por lo visto fue multitudinario. Y es que mi familia es muy reducida, y los pocos que me quedan, están muy lejos de Madrid. Pero amigos, y amigueros, vinieron muchos. Paula y Matías acudieron con Pixel y Dixel, muy destrozados y sin terminar de creerse lo que había pasado. Allí estuvieron Gonso y el chino Blogueiro, Tolo , Alma y Angel María , David Bartolomé , Rafa Montoya y Roger Casas , Ekson y Jangoo, Juanjo de Juan y Mario López, Andrés Pérez y Octavio Rojas , Antonio Ruiz y Luis Rull , algunos de los componentes del Comando Guay , y una interminable lista de blogueros que nos llevaría horas enumerar. Incluso algunos dicen que vieron a Javi Moya . Del dr. Fon , ni rastro.
Tras la ceremonia, mientras la familia recibía el pésame de todos los allegados en el patio exterior, ocurrió algo: los mellizos repentinamente se pusieron a correr hacia la entrada al recinto:
-Mamáaaaaaaa...!!!
Paula se volvió hacia Matías:
-Dime que no es cierto lo que estoy viendo.
-Pues sí, Paula, a no ser que sea una doble, parece que ha vuelto ¡Melinda! -dice Matías-.
Paula salió como una fiera hacia ella, dejando a David Bartolomé con la palabra en la boca.
-Mira quién ha aparecido por aquí... ¿eh? La rastrera culpable de la muerte de una buena persona -le increpa Paula entre sollozos-. Ya puedes tener una excelente razón para habernos hecho buscarte día y noche, malnacida.
-Paula, tranquilízate -le agarró Matías-. Dejemos que nos dé una explicación con calma.
Melinda rompió también a llorar y le fallaron las rodillas, siendo sujetada por Octavio.
-Lo siento, lo siento mucho.
Melinda confesó a Paula y Matías que toda la desaparición y la historia de Second Life había sido un montaje. Todo empezó con un affaire que mantuvo con el dr. Fon, tras quedarse prendado de él en una visita a su consulta pues quería transmitirle lo preocupada que estaba con mis paranoias blogueras. Después de varias citas a escondidas, el dr. Fon pidió a Melinda que se fuese a vivir con él y ya de paso ideó una manera de agravar mi obsesión por Internet. Con ello conseguiría que me encerraran de por vida y así ocupar mi lugar de cabeza de familia.
Pero todo se les fue de las manos con mi muerte: Melinda no pudo soportarlo y abandonó para siempre a su amante culpándole de lo sucedido. Arrepentida volvió el día del funeral, sabiendo que no sería fácil que le perdonaran.
Pero sí, la perdoné. Al fin y al cabo había vuelto del otro mundo para salvarla. Y para eso lo primero que hemos tenido que hacer desde entonces es volver a ser una familia normal. Paula regresó a Barcelona, pues le salió allí una plaza en Telefónica relacionada con Internet. Matías se ha metido en el mundillo de los juegos virtuales, y le va bastante bien. Yo mantengo mi reputación en el mundillo, y ejerzo de vez en cuando como consultor. También he comenzado a escribir por encargo para webs de temas variados y para algunos blogs de empresas e incluso para otros blogueros importantes.
No puedo decir muy alto todo lo que sé (sí, sí: todo este mundo es virtual), porque corro el riesgo de que me vuelvan a encerrar. De todas formas, con esa perspectiva intento ayudar a la gente a ser un poco más feliz y más bondadosa, para que Melinda y otros como ella, superen su prueba de bondad terrenal. Porque eso es lo importante, como diría Google: ¡ser buenos!
Por cierto: ahora que mi psicoanalista ha sido desterrado de mi vida para siempre, puedo decir sin miedo que he vuelto a leer al gran Enrique Dans .
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