Aquella especie de cápsula de rayos uva había desaparecido tras la luz cegadora. Y entonces desperté en medio de aquel campo de hierba alta sin segar. Instantes después, Melinda me divisaba tendido en el suelo, y corría hacia mí. Detrás de ella aparecía también Paula, con cara de asombro y arrojando a un lado el ramo de flores que portaba. No era el cielo, sino el mundo real: había vuelto a casa.
-Pablo, peinaron toda esta zona que rodea el lugar de la explosión y no te encontraron -dice Melinda fundida en un abrazo conmigo-. Es un milagro que sigas vivo, ¡cinco días después!.
-Te traíamos unas flores y ya no van a hacer falta, porque ¡estás vivo! ¡Jajajá! Dejadme que os abrace también.
Allí me encontraba yo, abrazado con mi mujer terrenal (¿le contaría algún día que era en realidad mi hermana?) y con la jovencita que había llenado su hueco durante tantos meses. Después de la alegría del encuentro, los reproches afloraron cuando empezaron a contarme lo acontecido tras mi muerte.
La noticia de mi desaparición había corrido como la pólvora por Internet. No todos los días muere un gurú como yo y de una forma tan traumática. Mi cuerpo se dió por desintegrado y se ofició un funeral a los cuatro días del suceso.
Tras la ceremonia, mientras la familia recibía el pésame de todos los allegados en el patio exterior, ocurrió algo: los mellizos repentinamente se pusieron a correr hacia la entrada al recinto:
-Mamáaaaaaaa...!!!
Paula se volvió hacia Matías:
-Dime que no es cierto lo que estoy viendo.
-Pues sí, Paula, a no ser que sea una doble, parece que ha vuelto ¡Melinda! -dice Matías-.
Paula salió como una fiera hacia ella, dejando a David Bartolomé con la palabra en la boca.
-Mira quién ha aparecido por aquí... ¿eh? La rastrera culpable de la muerte de una buena persona -le increpa Paula entre sollozos-. Ya puedes tener una excelente razón para habernos hecho buscarte día y noche, malnacida.
-Paula, tranquilízate -le agarró Matías-. Dejemos que nos dé una explicación con calma.
Melinda rompió también a llorar y le fallaron las rodillas, siendo sujetada por Octavio.
-Lo siento, lo siento mucho.
Melinda confesó a Paula y Matías que toda la desaparición y la historia de Second Life había sido un montaje. Todo empezó con un affaire que mantuvo con el dr. Fon, tras quedarse prendado de él en una visita a su consulta pues quería transmitirle lo preocupada que estaba con mis paranoias blogueras. Después de varias citas a escondidas, el dr. Fon pidió a Melinda que se fuese a vivir con él y ya de paso ideó una manera de agravar mi obsesión por Internet. Con ello conseguiría que me encerraran de por vida y así ocupar mi lugar de cabeza de familia.
Pero todo se les fue de las manos con mi muerte: Melinda no pudo soportarlo y abandonó para siempre a su amante culpándole de lo sucedido. Arrepentida volvió el día del funeral, sabiendo que no sería fácil que le perdonaran.
Pero sí, la perdoné. Al fin y al cabo había vuelto del otro mundo para salvarla. Y para eso lo primero que hemos tenido que hacer desde entonces es volver a ser una familia normal. Paula regresó a Barcelona, pues le salió allí una plaza en Telefónica relacionada con Internet. Matías se ha metido en el mundillo de los juegos virtuales, y le va bastante bien. Yo mantengo mi reputación en el mundillo, y ejerzo de vez en cuando como consultor. También he comenzado a escribir por encargo para webs de temas variados y para algunos blogs de empresas e incluso para otros blogueros importantes.
No puedo decir muy alto todo lo que sé (sí, sí: todo este mundo es virtual), porque corro el riesgo de que me vuelvan a encerrar. De todas formas, con esa perspectiva intento ayudar a la gente a ser un poco más feliz y más bondadosa, para que Melinda y otros como ella, superen su prueba de bondad terrenal. Porque eso es lo importante, como diría Google: ¡ser buenos!
Por cierto: ahora que mi psicoanalista ha sido desterrado de mi vida para siempre, puedo decir sin miedo que he vuelto a leer al gran Enrique Dans .
Y así es como salvé al mundo mundial. ¿No es alucinante? En mi vida terrenal era el mejor bloguero de la historia, también un héroe que había salvado al pasaje de un autobús en llamas, y ahora era la mujer de moda en toda la galaxia, la salvadora que supo trasladar el mensaje del Simulador y evitar la infección de los virus a escala global. Conocí a tanta gente interesante que necesitaré mucho tiempo para contaros todo.
Sin embargo, esta fama no evitaba que me acordara mucho de la gente que quería al otro lado. No volvería a ver jamás a mis pequeñines, más aún: apenas conseguía acordarme de ellos, pues los recuerdos se iban borrando muy deprisa. Y el gordo de bigotes aquel, ¿cómo se llamaba? ¿Manuel? ¿O era Elías? Y la chica rubia, joven y bonita, que aparecía en mis últimos recuerdos, ¿quién era? Hablaba con mis padres largo y tendido sobre los asuntos del mundo, y cuanto más hablaba, más olvidaba mi vida anterior. Entonces una noche antes de acostarnos, recordé fogonazos de mi hermana gemela.
-Madre, me dijisteis que mi hermana hizo la Prueba a la vez que yo. Por designios del azar incluso fuimos marido y mujer en el otro lado. Pero luego recuerdo que se fue a un mundo virtual. ¿Eso es que la trajisteis de vuelta para que no interfiriéramos el uno en el otro?
-Ynlaed, nadie ha traído a tu hermana. Ella sigue en el Simulador.
-No entiendo. Todo lo que le pasó me suena más bien a una anomalía en el sistema -le respondo-. ¿Seguro que no le han cambiado de espacio y tiempo en el Simulador?
-No, que nosotros sepamos. Sigue en el mismo rol que se le asignó en un principio. Estamos un poco preocupados porque parece que no pasará la Prueba de Bondad.
-¿Y eso que implica, madre?
-La Prueba de Bondad se estableció para determinar a qué personas se les concedía parar su reloj biológico. Ten en cuenta que otorgar la inmortalidad a seres que pueden desestabilizar el orden universal es un gran peligro. Así que entre los 14 y 15 años todos vivimos una simulación acelerada para ponernos a prueba viviendo una vida virtual, pero tan realista como lo puede ser ésta. Quien la pasa, vivirá eternamente. Quien fracase, terminará sus días el mismo instante que termine su Simulación.
-¿Y mi hermana? ¿Es que está haciendo algo mal?
-Su alma no parece tan pura como la tuya, Ynlaed.
-Tenemos que ayudarle, padres. Hay que hacer algo. Quizá fui yo quien interferí y provoqué su desgracia.
-Ynlaed: de todos los cientos de hijos que he tenido, casi la mitad fracasaron en su intento. Es algo normal.
-Madre, padre -les dije muy seria-. Conectadme ahora mismo con la Central: creo que se me debe un favor por haber transmitido el mensaje salvador de la Humanidad, y quiero que se me deje volver a mi Simulación anterior.
-Ynlaed, es muy tarde ya. Medítalo con tu almohada esta noche y piensa en lo que estás diciendo. Mañana será otro día.
Salí del vehículo huevo con la sensación de haber recorrido cientos de kilómetros en media hora. Mis padres me enseñaron cual era nuestro hogar. Se encontraba en lo que parecía una urbanización de lujo, donde abundaban materiales similares al marfil y metales blancos. Los chalets tenían una única planta y sus jardines de hierba perfecta no tenían vallas de división ni nada parecido.
-Ven hija. Siéntate conmigo al lado de la piscina -me dijo mi padre de quince años-. Esto es vida, ¿verdad?
-El aire parece más saludable y los materiales deben haber evolucionado mucho para apenas tener desgaste por erosión -le contesto-, pero seguís viviendo como hace seis siglos.
-Ya, pero ¿y si te dijera que esto no es la Tierra?
-¿En serio?
-No te engañaré: sí, estamos ahora en la Tierra, pero ahí arriba hay cientos de planetas que hemos colonizado. En todos ellos se ha replicado lo que tenemos aquí. No notarías la diferencia.
-¿Los conocéis?
-Muchos. En breves días volveremos a viajar a las nuevas colonias del sector Andrómeda.
¿Andrómeda? ¿De qué me sonaba a mí ese término? Y entonces recordé la frase del hombre del manicomio: "Es el fin de la humanidad, un virus está atacando la Brasilerinha-J3003, en el sector andrómeda XF13-6KL35". Se lo dije a mi padre por si tuviera algún sentido.
-Ynlaed, ¿dónde has escuchado eso? -me preguntó entonces mi madre alterada-.
-Fue en mi anterior vida, exactamente en un centro psiquiátrico. Había un hombre que sólo repetía eso. Me ofrecí para llevar el mensaje "al otro lado", y pensé que bastaría con llevarlo al mundo virtual donde estaba atrapada Melinda, pero veo que quizá "el otro lado" sea éste donde quiera que nos encontramos ahora.
-Las coordenadas son reales y la Brasilerinha es uno de los vehículos espaciales que están colonizando el sector Andrómeda. Aquel es nuestro próximo destino, y tengo el presentimiento de que algo no va bien -afirma mi padre-. Vamos a conectarnos a la Central de inmediato.
Dentro del chalet blanco, todas las paredes eran capaces de reproducir imágenes, por lo que en un alarde del desarrollo de la telepresencia, en un momento nos sentimos dentro de lo que llamaban la Central. Mis padres preguntaron a los responsables de la colonia Andrómeda por la nave espacial en cuestión. Por lo visto la última comunicación fue hace semanas, aunque su trayecto de vuelta lo estaba realizando según el rumbo previsto.
-Central -decía mi madre-, tenemos la impresión de que la nave ha podido ser atacada por vida extraterrestre -los virus eran una clase de vida especialmente temida según me contaron y, aunque se habían neutralizado miles de ellos, siempre pueden aparecer nuevos que pongan en peligro a la humanidad entera-.
Mi padre explicó que el virus pudo acabar con la vida de la tripulación de la nave, y que alguno de los supervivientes pudo haberse refugiado en la sala del Simulador, una de las zonas más seguras que hay. Sin posibilidad de comunicarse por otro medio, quizá entró en la cápsula de algún compañero que se encontraba en plena simulación distrayendo su mente durante el tiempo del largo viaje -ese es otro de los usos del Simulador-. Esto provocaría la alteración del comportamiento de su personaje virtual y repitiendo de por vida el mensaje de socorro. Esa acción puede dejar secuelas no sólo en el personaje, sino en la persona, por lo que intuyo que se dejaron el último aliento en intentar avisarnos. Las muertes traumáticas no están incluidas en el don de la inmortalidad.
-Entonces, ¿van a hacer algo? -pregunté curioso-.
-Sí, Ynlaed -me dice mi madre-, se iniciará un protocolo de cuarentena de todos aquellos vuelos que vuelvan de la zona y, si realmente se confirma dicha infección, contratacaremos al virus con firmeza.
-Ynlaed -dijo mi padre-, es posible que tu intervención haya salvado a la Humanidad.
jueves, septiembre 04, 2008 by pabloguero
-¿Papá? ¿Mamá? ¿De verdad sois vosotros? También subisteis al cielo... -supongo-.
-Ynlaed, vamos andando hacia el hogar y te vamos poniendo al día.
A la salida de aquel gran "estadio lleno de cápsulas" pude ver un cielo azul. No era muy distinto al de la vida mortal. En cambio el suelo no estaba hecho de nubes, que es lo que uno piensa cuando se imagina el paraíso. Qué va. El suelo era de marfil en algunas zonas, hierba y tierra en otras, con sus árboles y rocas exactamente igual que en el otro mundo.
Nos montamos en un vehículo anclado a unos raíles y con forma de cabina ovalada tipo "huevo" gigante. Dentro se estaba extremadamente cómodo, y aunque era opaco, en las paredes se proyectaban imágenes que los viajeros podían elegir a su gusto.
-Ynlaed, en una semana se te habrán acabado de borrar todos los recuerdos de tu paso por el Simulador, y recuperarás tu mente tal y como era antes de pasar la Prueba. Es un mecanismo de seguridad para evitar que un exceso de datos colapse nuestros cerebros.
-Lo siento, pero todo esto me suena a ciencia ficción -les confieso-.
-Poco a poco vas a ir recordando todo, no te preocupes -me dice mi supuesta madre-. Viniste a este mundo hace 14 años y siete meses, junto con tu hermana gemela.
-¿Tengo una hermana?
-Sí, ambas engendradas por el método ancestral y criadas por nosotros dos, en régimen familiar. Cuando cumplisteis los 14, os presentamos a la Prueba de Bondad, igual que se hace con todos los niños. Y hoy tú ya las has aprobado.
-¿Pero este mundo no es el cielo?
-No, este mundo es el único mundo. El otro mundo no es real.
-Lo que me estáis diciendo es que el mundo que conozco, donde me llamaba Pablo Guero, ¿es "Matrix"?
-Ese es un buen símil, efectivamente -me dice mi padre-. El Simulador fue ya imaginado por los visionarios del cine, ¡hace ya seis siglos!
-Pero si esto es como Matrix, entonces el mundo... ¿está gobernado por las máquinas?
-Jaja -ríen-, no hija, eso nunca más. En el pasado la humanidad si se vio amenazada por máquinas que habían tomado conciencia de sí mismas y quisieron aniquilar a sus creadores pensando que así serían eternamente libres. Por fortuna, sobrevivimos a aquel episodio y se prohibió para siempre diseñar máquinas que tuvieran conciencia. Años después llegó el gran hito de nuestra civilización: se logró parar el reloj biológico de los seres humanos y hacernos prácticamente inmortales.
-¿Pero aquí cómo medís el tiempo? ¿Decís que han pasado seis siglos desde la película "Matrix"? -les pregunto-.
-La forma de medir el tiempo no ha cambiado: estás ahora en el año 8.027. La semana pasada fue año nuevo. Te lo perdiste por los pelos.
-Estoy alucinado..., bueno, alucinada. Todo era tan real. ¿Cómo es Matías fuera del Simulador? ¿Y Paula? ¿Y quién es Enrique Dans? ¿Todos están dentro de esas cápsulas?
-Hay cápsulas del Simulador en muchos sitios, Ynlaed -habla mi madre-, sobretodo en las naves espaciales. Ten en cuenta que la gente viaja de un lugar a otro del espacio, sin importar el tiempo. Pero para mantener las mentes entretenidas, se conectan al Simulador y llenan el tiempo viviendo otras vidas. Las personas que has conocido en tu reciente vida virtual pueden estar en cualquier sitio y ser muy distintas a como eran en el Simulador, incluso detrás de algunos de ellos no había nadie, no tenían "alma": son representaciones del Simulador para completar el mundo virtual.
-O Dios mío, dejadme adivinar: Matías no tiene alma.
-Es posible, aunque nosotros desconocemos qué vivencias has tenido ni a quién has conocido durante tu viaje virtual. Sí nos informaron de que estuvieron a punto de cancelar tu prueba, cuando se cruzaron en tu camino varias imperfecciones del Simulador, algo que tú lo habrás interpretado como fenómenos paranormales.
-Caray: la Edu-cámara o el blog fantasma.
-Eso puede afectar al correcto desarrollo de la prueba, y no es justo. De la misma manera que podía haber interferido el hecho de que te hayas cruzarado en el espacio y tiempo virtual con tu hermana gemela.
-¿La he llegado a conocer en el otro mundo? -pregunté ansioso-.
-La conociste de sobra... Tu hermana es el alma de Melinda.
Noté aquel cegador fogonazo y lo que después debió ser una terrible explosión provocada por el camión cisterna, sonido que no percibí porque mis tímpanos debieron quedar muy dañados para transmitir ese ruido atronador.
Y entonces vi la luz, esa de la que hablan los muertos que han regresado. Pero no era un largo túnel ni nada de eso. La luz se podía tocar casi alargando la mano. Y como todo lo demás era oscuridad, eso es lo que hice: tocarla.
De repente, un haz de luz empezó a rodearme. Se estaba abriendo la oscuridad a mi alrededor. Me di cuenta de que estaba tumbado. Era como un ataúd, que se abría poco a poco dejando entrar la luz.
Me miré las manos: eran pálidas y pequeñas, no eran mis manos con toda seguridad, parecían de una niña. La ropa que llevaba era de un tejido fino, blanco, muy cómodo, ceñido al cuerpo, pero un cuerpo que tampoco reconocía como mío.
Definitivamente, no parecía el infierno: aquello debía ser el cielo, el paraíso, y mi alma se había salvado.
Despacio me incorporé para ver qué había más allá de mi habitáculo. Lo que ví era sorprendente. Una sala blanca tan inmensa como un polideportivo, con techos de esos altísimos que se pierden en la distancia. Había más cápsulas como la mía, cientos de ellas. Pero era alrededor de la mía donde en ese preciso instante se daban cita unos diez chicos y chicas jóvenes adolescentes, todos vestidos de la misma forma que yo. Cuando terminó de abrirse mi cápsula, rompieron en un fuerte aplauso, acompañado de frases de enhorabuena. No sé qué idioma era, aunque yo lo entendía perfectamente.
-Ynlaed, nuestra más sincera enhorabuena -me dice uno de los chicos de blanco-, ya eres parte de la comunidad y contamos contigo para seguir extendiendo la universalidad de nuestra raza.
-¿Ynlaed? ¿Nuestra comunidad? ¿Nuestra raza? -les pregunto-. Debe haber algún error: yo me llamo Pablo, he muerto y vosotros debéis ser ángeles.
Todos sonríen.
-No, no somos ángeles, pero es normal esta confusión inicial. Todos lo estuvimos la primera vez que despertamos -dice otro-.
-Ynlaed -me dice una chica-, tienes toda una vida inmortal por delante que volver a retomar. Vente conmigo a por un reconstituyente, que tienes carita de cansada.
¿"Cansada"? ¿Era yo ahora una mujer? Por algo me había notado tan raro. Me había convertido en una jovencita quinceañera de la misma quinta que el resto del grupo de jóvenes de blanco. No entendía nada.
-Sí Ynlaed -dice el chico de antes-, vente con nosotros: somos tus padres.
Luz. Luz... mucha luz.
Qué dolor de cabeza, madre mía.
Siento como el aire entra y sale de mis pulmones.
Eso de ahí arriba parece el cielo, un cielo azul intenso.
A mi alrededor, hierbas altas. Puedo olerlas. Qué bien huelen.
Y qué bien se está aquí tumbado. Me quedaría eternamente.
Puedo contar cada latido de mi corazón.
Pero estoy confuso.
Sé que estoy aquí como premio por salvar al mundo.
Se lo pedí a ellos, y al final me lo han concedido.
Intento incorporarme. Por lo menos la cabeza.
Veo el campo que se extiende delante de mí, es enorme.
Alguien se acerca.
Me ha visto.
De repente corre hacia mí.
Llora gritando mi nombre.
Es Melinda.
Los coches de policía que nos seguían se percataron de que su ayuda era más necesaria en el accidente, así que nos sobrepasaron por el arcén y se dirigieron hacia el lugar de las llamas.
-Matías, sigue a los coches patrulla por el arcén. Algo me dice que mi momento ha llegado.
-¿Qué momento, Pablo? -me pregunta-.
-El de salvar al mundo, hombre. Te lo he repetido ya veinte veces.
Haciendo un gesto de desaprobación, da un volantazo y nos dirigimos al siniestro. Sorteamos algunas ambulancias y un coche de bomberos, para llegar lo más cerca posible. Nos bajamos. Varios agentes nos increpan para que quitemos el coche. Matías vuelve a subirse al vehículo. Me mira. Le digo con los ojos que yo me quedo.
El calor es asfixiante. El agua de los bomberos no logra apagar el fuego iniciado en la cisterna y que se extiende por los hierros del autobús. Parece que esto puede explotar en cualquier momento. Se oyen gritos desde dentro del amasijo que forman ambos vehículos.
-¿Pero es que nadie va a sacar a esa gente? -grito a los bomberos-.
-Hay que reducir las llamas de esta parte, porque sino la gente no podrá atravesar la pared de fuego para salir -me contesta uno de ellos-.
-No hay tiempo. Apúntame con el agua porque voy para dentro -le digo borracho de valentía-.
Y así es como atravieso las llamas y me cuelo dentro del autobús. Estaba volcado y el techo había cedido, atrapando a mucha gente entre él y los asientos. El humo estaba asfixiando a todos. Así que saco fuerza de donde no la hay para desplazarlo y liberar a la gente. Los bomberos han conseguido apagar la zona trasera y los últimos pasajeros que quedan escapan por el pasillo libre de llamas.
En el momento de abandonar el autobús, creo escuchar una voz en el interior del vehículo. Es como un canto de sirenas, entre un mar de fuego. Es una melodía muy dulce, angelical, que enmudece al resto de ruidos. Repentinamente, se hace el silencio, el vacío, una luz cegadora llena todo, y me atrapa el ruido atroz de una gran explosión...
-¡Matías, arranca! -le grito saliendo del portal de la consulta del Dr. Fon a todo correr-. Ya tengo portátil nuevo.
-Pablo, si sigues así, no sólo no te darán el alta médica, sino que terminarás en la cárcel.
-¡Qué va...! Confía en mí, Matías. Tengo que cumplir esta misión, y toda mi vida tendrá sentido. Tengo muchas cosas que contar. Ahora mismo voy a actualizar el blog con las últimas historias de mi encierro. Tú conduce hacia casa.
De camino voy escribiendo en el portátil más rápido que Enrique Dans, a tropecientas pulsaciones por minuto. Algo me dice que no tengo mucho tiempo, y mis lectores de toda la vida tienen que conocer todas mis averiguaciones. La conexión 3G estaba emitiendo perfectamente. Paramos en una tienda de golosinas, para comprarle algo a Dieguete y llevarle también a mi Piluchi (siempre fui muy detallista). Luego seguimos camino.
-Pablo, creo que no podemos acercarnos más a tu casa -rompe el silencio Matías, veinte minutos después-.
Termino el artículo, le doy a enviar y cierro el portátil. En la calle, frente al chalet, tres coches de policía me están buscando. Evidentemente esperaban que fuera a mi casa. En el rellano creo distinguir a la pequeña Pixel, que está con Paula. El otro chico debe ser el asistente social.
-Matías, tengo que acercarme, aunque sólo sea para darle un beso a Piluchi y dejar a Diego. Tengo la sensación de que no les volveré a ver más... -me entristezco-. Iré escondiéndome hasta la parte trasera de la casa.
-Esto no va a terminar bien, Pablo. Es mejor que te entregues y aclaremos esto cuanto antes, que luego va a ser peor.
Desoyendo a Matías me acerco agachado con Diego por detrás de los coches. 300, 200, 150 metros... me voy aproximando.
-¡¡¡Papá!!! -grita mi hija Pilar, sin saber muy bien cómo me ha visto-.
-¡¡¡Mierda!!! -grito- Diego, vete con estas golosinas hasta donde está tu hermana, ¿lo harás?
-Sí -confirma, asientiendo con la cabeza-.
Y como un loco me pongo a correr en dirección al coche de Matías, mientras los coches patruya arrancan.
La persecución por el extra-radio de Madrid se alarga durante 14 minutos. Qué situación más stressante. Nunca me había perseguido la policía. A Matías tampoco; no hay más que ver la forma desesperada en que conduce, seguramente aprendida con la Playstation. Tras saltarnos el octavo semáforo, e incorporarnos a la M-40, divisamos a lo lejos infinidad de luces de policía, también de ambulancias, ... es el fin.
Sin embargo, al acercanos a lo que parecía un control, nos sorprenden las llamas que se elevan en la mediana. Parece que ha habido un grave accidente entre una camión cisterna de Repsol y un autobús de línea. Decenas de personas están atrapadas.
-Pablo, ¿qué estás haciendo aquí? -exclama el Dr Fon al verme en su consulta-.
-Ya ves, he conseguido salir del manicomio, nueve meses después.
-Pablo, siento mucho que haya pasado esto. Todo el mundo consideró que era bueno para vos un poco de terapia intensiva.
-Ya, ya... Tú siempre quisiste encerrarme. Y realmente has conseguido hacerme sufrir, esperando semana tras semana a que alguien me sacara del psiquiátrico. Pero que sepas, que esta experiencia me ha hecho más fuerte, y ahora mi vida tiene más sentido que nunca y una misión por delante.
-Vamos, Pablo, asaltar una clínica de Corporación Dermoestética es suficiente motivo para encerrarte, ¿no crees?
-Ellos saben dónde está Melinda y tarde o temprano la rescataré.
-Pablo, Melinda no ha sido secuestrada ni abducida por ningún mundo virtual. Todo está en tu imaginación. Ella posiblemente haya rehecho su vida lejos de ti. Sigue diciendo eso, y volverán a encerrarte por los siglos de los siglos.
-No tienes ni idea, doctorcito -me paseo tranquilo por el despacho-. Es más fácil negar que lo virtual existe, ¿no? ¿Y qué pasa si esta mesa es virtual? ¿O esta silla? O quizá tú y yo somos también virtuales..
-Perdiste el juicio.
-Lo que no tengo es tiempo para perder contigo, porque quiero salvar al mundo entero -aseguro-. Y que sepas que volveré a escribir para contar todo lo que sé. Para abrir los ojos a la gente.
-Oye, Pablo... -dice el Dr Fon dubitativo-, quería preguntarte por las facturas pendientes... Hace meses que no me pagas.
-Pero vamos... No me puedo creer que esté escuchando esto. Tú me debes a mí mucho más que unas cuantas sesiones. ¡Como no te las pague Enrique Dans...! -afirmo-. Es más, necesitaré tu portátil nuevo unos días.
-Hey, ¡vos estás tonto...! -y forcejeamos sobre la mesa tirando papeles y marcos de fotos- ¡Socorrooooo! -grita intentando alertar a sus ayudantes-.
¡Caray!, el negocio le va también que ha contratado a varios fornidos enfermeros que corren hacia nosotros. Raudo, inclino una estantería hacia ellos dejando caer un buen montón de volúmenes de psicoanálisis sobre ellos. Los gorilas se quedan aturdidos durante unos momentos.
-Te devolveré el portátil en unos días -esquivo a los enfermeros y salgo de la consulta "menéame"-.
Tras las trágicas muertes del hombre de Andrómeda y el que se parecía a Lappe, tengo que actuar sin perder tiempo. Hay una misión que cumplir, y no sé muy bien cuál es, y para descifrarla no cuento con más información que la que me dejaron. La solución debe pasar por tener la mente muy abierta. No puedo descartar nada. Quizá el hombre de Andrómeda es realmente un hombre venido del espacio, quizá de otro tiempo, con un mensaje para la Central. Debería entonces buscar esa Central. Pero por otro lado "Lappe" habló de virtualidad y llevar el mensaje al otro mundo. ¿Se referiría a Second Life? ¿Qué amenaza puede representar Second Life para la humanidad?
Demasiadas preguntas sin respuesta. Y está claro que encerrado aquí no voy a avanzar nada, así que lo primero es fugarse. Quizá las respuestas se crucen ellas solas en mi camino más adelante.
-Don Pablo Guero -dice un enfermero abriendo la puerta de la habitación-, hora de visitas.
-Estupendo, bajo ahora mismo.
Matías me esperaba en una de las salas, y venía con Dieguete, tal y como le había pedido.
-Hombretón, ven aquí -le digo al pequeño, cogiéndole en brazos-.
-Hola papá, ¡qué delgado estás!
Tras media hora de estar con ellos, les cuento mi plan para sacarme de allí.
-Dieguete, sabes lo que te gusta hacer cuando sales del Corte Inglés, ¿verdad? -le digo-.
-¿Lo de la sirena? -me pregunta-.
-Eso es, hijo. Pues cuando salgas por la puerta de este edificio, si te concentras mucho mucho también oirás sirenas y verás luces de colores.
Desde pequeñito, mi hijo Diego tiene una extraña facultad para hacer saltar los arcos de seguridad de los centros comerciales, algo que ha degenerado en alteraciones en cualquier circuito electrónico.
Son las 19:00. En estos momentos Matías y Diego deberían estar saliendo del centro. Repentinamente, todas las alarmas empiezan a sonar. Me acerco al pomo de la puerta de mi habitación. Efectivamente, el circuito electrónico de seguridad está fallando. Abro la puerta y salgo al pasillo. Muchos internos hacen lo mismo. Corro escaleras abajo hasta una ventana de la planta baja. El cierre de seguridad también está fallando, y puedo abrirla sin problemas. Salto a la calle.
Corriendo llego al coche de Matías y prácticamente en marcha me subo a él.
-Acércame a la consulta del dr. Fon -le pido a Matías-, que tengo cuatro cosas que decirle a ese traidor por encerrarme en el manicomio.
Se trata de un tipo de blog de ficción en el que se mezclan personajes ficticios con personas reales. Por un lado, los lectores pueden influir en el devenir de la historia a través de su comentarios. Pero además, los lectores pueden aparecer con su nombre y apellidos dentro de las aventuras solicitando al blog-master interactuar con el resto de sus personajes en los capítulos venideros. Se trata de un mundo paralelo: el mundo de Pablo Guero.
El comité de redactores del Blog&Rol pretenden crear un mundo de ficción, basado en el humor pero siempre desde el respeto. La mención de personajes reales se hace desde el cariño y como un homenaje a cada uno de ellos. Si cualquiera de vosotros os sintierais incómodos con alguna de las menciones, escribid al blog-master.